jueves, 25 de febrero de 2016


Estilos, Motivos, Clases, de tatuajes.


Maras

Cholo gangster,Tatuaje chicano.























   Maras, pandillas latinas                                            
























Maras 







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Las plegarias
Las manos juntas en oración (vea a la derecha) se usan para expresar la frase "perdona madre mía por mi vida loca", según el experto consultado por El Heraldo. Esto implica reflexión y arrepentimiento por las cosas que han hecho, pero también el reconocimiento de que no pueden dejar atrás la vida pandilleril o sus madres pueden ser asesinadas en represalia.
Yin Yang
Según El Heraldo, el símbolo tradicional chino para el equilibrio complementario de fuerzas opuestas o contrarias ha sido cooptado por las pandillas, que lo utilizan como una expresión de la forma como han ido más allá del equilibrio que existe entre el bien y el mal a través de la violencia y la muerte.
La telaraña
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Los tatuajes de telarañas (vea a la izquierda) se encuentran comúnmente en los hombros, las rodillas y las partes visibles del cuerpo, y representan poder y expansión.
Alambre de púas
Los tatuajes de alambre de púas a menudo se hacen en las partes curvas del cuerpo y representan el sometimiento y la esclavitud a la vida pandilleril, y el entendimiento de la forma en que son adoctrinados en los valores de las pandillas.
Los tres puntos
Tres puntos situados en un triángulo significan "mi vida loca", una frase usada por los miembros de las pandillas para describir la vida pandilleril fuera de la ley.
Virgen de Guadalupe
Es especialmente popular entre los pandilleros de Barrio 18 -cuyos fundadores son de origen mexicano- los tatuajes de la Virgen de Guadalupe son una apelación a un poder supremo para recibir protección.
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Jesucristo
Los tatuajes de Cristo (vea a la derecha) son especialmente populares entre los miembros de la MS13, quienes incluyen  las letras M y S en la imagen.



Mafia Rusa

estrellas
Los tatuajes de estrellas: Suelen tenerlas en la parte delantera de sus hombros y en las rodillas. La cantidad de estrellas que tengan tatuadas y la cantidad de puntas que tenga cada estrella representa muchas cosas, como el lugar jerárquico que se ocupa en la mafia, cuánto están dispuestos a dejar por ella, o la cantidad de personas a las que mataron.
espinas1
El tatuaje de un alambre de púas:  Un tatuaje como estos en la frente significa que el preso tiene cadena perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.
dedos2
Calaveras en los dedos de la mano: Representan el número total de asesinatos cometidos por esa persona.
castillos
Catedrales, iglesias, monasterios, castillos, etc.: Ese tipo de tatuajes representan la cantidad de años que esa persona ha sido encarcelada.
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Arañas o telarañas: Un tatuaje de este tipo indica que dicha persona es adicta a las drogas.
militar
Insignias militares: Representan los logros obtenidos por parte del portador. Si en medio de la insignia hay calaveras es porque su mérito es ser asesino, si tiene una cresta es porque tiene un rango alto en la mafia y si tiene una “SS” es porque el preso es respetado por nunca haber delatado a nadie.
gatos
Gatos: Representan que el preso es ladrón (es amuleto de buena suerte). Un gato significa que actúa solo, varios gatos advierten que roba en grupo.
puesta-de-sol
Puesta de sol: Este tipo de tatuaje simboliza que la persona que lo porta nació libre de hacer lo que quiera.
cruz
Cruz: Símbolo de esclavitud, subordinación, y son un castigo, una sanción ante las transgresiones.
Lo más insólito de todo esto es la forma tan peculiar en la que hacen los tatuajes, pues utilizan tinta hecha de orina, hollín y shampoo. Agujas y máquinas de afeitar eléctricas. No todos sobreviven.
















Utilizando el cuerpo: una mirada antropológica del tatuaje

“Sólo un puritano no estaría de acuerdo, al no ver en el cuerpo más que materia bruta y un despreciable magma de vísceras, en vez de un misterioso teatro, el escenario para todo tipo de intercambios –de materia, de pensamientos o de sensaciones- entre el mundo interior y el mundo exterior” (Leiris, Michel)

El tema general y de alguna manera contextual del trabajo, es la relación cuerpo-cultura, interés surgido como consecuencia de reflexiones al comenzar a ver que muchas de las cosas que uno tiene tan naturalizadas, como la forma de andar y caminar varían según las sociedades. Esto nos condujo al extrañamiento, que continuamente debemos hacer como antropólogos, propuesto entre otros por Da Matta (1978) en cuanto a desfamiliarizar lo cotidiano, lo cual nos llevó a cuestionar nuestra propia manera de andar, de vestirnos, de decorarnos, nos ayudó entonces a relativizar una visión que parecía única, acerca del modo en que las personas usamos nuestros cuerpos. Marcel Mauss (1996) escribió sobre “Las técnicas del cuerpo”, porque vio que en cada sociedad los hombres utilizan diferencialmente sus cuerpos, hábitos que más que variar entre individuos, varían entre culturas, sociedades, subculturas, etc. Aparece el cuerpo entonces, como el primer y más natural instrumento del hombre, objeto técnico del hombre. Se presenta así la corporeidad humana como un fenómeno social y cultural, materia simbólica, objeto de representaciones y de valores compartidos. Así es, que ésta investigación, a modo de poder desarrollarse bajo una relación de este tipo (cuerpo-grupo cultural), se refiere específicamente al tatuaje en el Montevideo actual; entendido como una forma de expresión corporal que tiene por lo tanto significados, manifestaciones y también repercusiones de diverso tipo a nivel popular, porque se está llevando a cabo en el seno de una sociedad que no ha legitimizado esta práctica

GÉNESIS DE LA TINTA EN LA CARNE

El tatuaje, es una práctica que probablemente haya surgido de la mano de la pintura o el arte rupestre en el Paleolítico Superior; el Homo Sapiens Sapiens fue el primer homínido en desarrollar el arte en sus diferentes dimensiones durante la prehistoria y parece ser que el tatuaje no fue la excepción. Difícilmente podamos hablar de “el origen” del tatuaje; de hecho, se trata, de una práctica ancestral que se desarrolló de forma independiente entre numerosos pueblos de la humanidad. Formó de esta manera parte del patrimonio cultural de diferentes grupos, en los que se llevó a cabo por medio de diferentes técnicas y al mismo tiempo con objetivos diversos. Hoy la evidencia más antigua que registra este fenómeno y su antigüedad, son los restos encontrados en 1991 en un glaciar de los Alpes, situado en la frontera entre Austria e Italia. Se trata de los restos momificados 5 naturalmente de un cazador neolítico, conocido con el nombre de “Oetzi”, con una antigüedad de 5300 años, con la espalda y las rodillas tatuadas. En cuanto a nuestro país, la primera evidencia que se tiene sobre la existencia de la práctica del tatuaje corresponde a tiempos protohistóricos. Según las fuentes de los cronistas, de entre los siglos XVI y XIX, que entraron en contacto con los charrúas, relatan que éstos, tenían tatuajes (D’Orbigny, 1959). Según Acevedo Díaz (En: Figueira, 1977: 302) “la mayor parte de los charrúas tenían el pecho y la espalda, y algunos de ellos hasta la cara misma, cubiertos de cicatrices muy unidas, hechas con puntas de flecha, y formando varias figuras y bordados”.

TATUAJE: DESINTEGRACIÓN/INTEGRACIÓN ¿POR QUÉ LOS JOVENES SE TATÚAN?

Tradicionalmente los tatuajes, en las sociedades prehistóricas y/o protohistóricas, jugaron un rol de integración social: no constituían entonces, un elemento trasgresor para ese grupo cultural. Hoy sin embargo, la significancia de este fenómeno en las sociedades contemporáneas, ha dado un vuelco que lo traslada al lado opuesto de dicha significación: hoy los jóvenes se tatúan para activar un proceso de diferenciación, ya no lo hacen como antiguamente se hacía, para ser “uno más”, sino que lo hacen para ser “uno menos”; hoy no es una práctica cultural heredada, sino una práctica cultural adoptada. Para ir adentrándonos en este punto, vale la pena destacar lo que Guattari (1989 en Ganter 2005) postula sobre los cuerpos de los jóvenes que se encuentran hoy frente a la “encrucijada entre –por un lado– el cuerpo-objeto, en tanto cuerpo cosificado, capitalizado y puesto a rendir en la escena del consumo y la moda, como efecto de la trama mediática promovida por el mercado y el tráfico de las imágenes, o bien, en tanto cuerpo sospechoso, que marcado y estigmatizado por los circuitos de la seguridad urbana, se lo castiga y excluye como objeto peligroso para la hegemonía del orden social dominante. Y –por otro lado– el cuerpo-sujeto, atravesado por una multitud espesa de fuerzas oblicuas e insumisas que se resisten a la programación serializada de la subjetividad capitalista, y que por lo mismo es capaz de producir agenciamientos colectivos que encarnan nuevas cartografías socio-culturales, cuyos lenguajes y prácticas emergentes no suprimen el sistema de dominación, 7 pero que en su despliegue local logran fisurarlo micropolíticamente, poniéndole freno al imperio global de la racionalidad tecno-instrumental” (Guattari 1989 en Ganter 2005: 21). Paula Croci y Mariano Mayer (1998, en Ganter 2005) nos dicen que desde esta perspectiva, los tatuajes actúan como una pretensión de evadir el control social que pesa sobre el cuerpo (en tanto cuerpo-sujeto). De ahí, que estas prácticas se pueden traducir como tácticas de apropiación corporal para su posterior expropiación simbólica. Las culturas juveniles van siendo constituidas a partir de un campo de fuerzas tensionado por interferencias de la cultura de masas y del mundo de la moda, donde se enfrentan y ponen en conflicto los retazos de lo efímero y lo perdurable. Tensión que por lo demás, llega a inscribir su población de signos sobre el propio cuerpo, operando directamente, efectos indelebles sobre los tejidos de la carne y de la sociedad (Ganter 2005). A través del tatuaje, los jóvenes encuentran una nueva vía de expresión, un modo de alejarse de la normalidad que no les satisface. Procesos que los llevan a gobernar su propia imagen ante los demás y a apoyarse en el grupo de pares (Pere-Oriol, et al., 1996). La marca les permite recuperar/apropiarse de su cuerpo que simboliza y reproduce la “exclusión” de la que el sujeto es objeto (interpretados desde este punto de vista como violencia simbólica), entonces, éstos son cuerpos desadaptados sociales, que en realidad, son cuerpos adaptados a la reproducción de la situación de “exclusión”. El tatuado aparece como autoestigmatizado, dado que él elige tatuarse a pesar de que la sociedad lo evaluará, juzgará y clasificará; actúa entonces en estos casos como una provocación que saca a la luz los prejuicios sociales y el estigma se materializa en el tatuaje: marca que visibiliza lo que podría permanecer oculto o al menos no tan visible (Rocha, s.d.). Dicha práctica de metamorfosis corporal, se orienta al interior de una resistencia contra un sistema que ha hecho de lo evanescente, lo descartable y lo desechable uno de sus valores y normas sociales predilectas. Imponiendo un valor agregado, perenne, que fractura la economía de la moda y el propio culto a los emblemas de lo nuevo y momentáneo (Ganter 2005).

Para ver el articulo completo: http://www.modart-team.com/Espanol/Proyectos_Eventos/Valentina_Brena_-_Utilizando_el_Cuerpo_Una_mirada_antropologica_del_Tatuaje.pdf